martes, 18 de enero de 2011

La becaria que dijo hasta aquí

Tengo 23 años y soy de España, concretamente de Andalucía.

Me licencié en Periodismo en septiembre de 2009 y desde entonces sólo he encontrado trabajos de becaria.


Mi historia no es muy diferente a la de muchos de jóvenes españoles. De hecho, miles de titulados podrían contar exactamente lo mismo.

Comienzas una carrera, con más o menos ilusión, pero con la certeza de que estás ganándote "un futuro mejor".

Pero antes de eso, tus compañeros de instituto dejan de estudiar para ponerse a trabajar (en la obra, en un Mc Donald's, una tienda de ropa o un bar), mientras tú decides seguir estudiando. Ellos vacilan de tener dinero; se compran un coche, la ropa que le da la gana, y tú sigues estudiando como un condenado y haciendo malabares con la paga que te dan tus padres.

Pero lo importante era seguir estudiando. Te lo decían tus padres, tus profesores y hasta tú mismo, porque estabas convencido de que "el día de mañana" ibas a encontrar un trabajo con mejores condiciones que la de tus compañeros y con un mejor sueldo.

Y te animas. Y terminas la carrera animado. Y el día que te licencias crees que vas a comerte el mundo. Que después de años de esfuerzo alguien sabrá apreciar lo que vales y que, aunque empieces haciendo prácticas, te ofrecerán un contrato.

Y empiezas como becario. Y te das cuenta de que algo falla. Que estás trabajando como un profesional gratuitamente o por una miseria. Y que apenas te valoran.

Al principio te prometen que cuando termines la beca, te contratarán. Y estas seis meses ganando 360 euros al mes (los que tienen la "suerte" de cobrar). Y te da por pensar en aquella amiga tuya, que no tiene ni el graduado de la ESO, pero que cobra 800 euros al mes trabajando en una zapateria prácticamente las mismas horas que tú. O incluso menos. Porque lo primero que aprendes es que la supuestas 25 horas que tienes que echar se duplican automáticamente una semana después de comenzar.

Pero aguantas. "Porque, al final, te vamos a contratar". Y cuando te prorrogan la beca tres meses más, te alegras. "Porque, al final, te vamos a contratar". Y no te das cuenta de que se han aprovechado de ti durante nueve meses hasta que llega el final. "Has sido una buenísima trabajadora, no has podido hacerlo mejor, estamos muy contentos contigo, pero..."

Y vuelves a comenzar de 0. Crees que esta experiencia va a ayudarte pero vuelves al mismo punto de partida. Te llaman para otra beca. Esta vez, incluso cobras menos y trabajas más. Sabes que vales más que eso, pero "estamos en crisis. ¿Qué voy a hacer? ¿Quedarme en mi casa?". Y aceptas.

Pero te vas quemando. No tienes tiempo para tu familia, ni para tus amigos, ni para tu novio. Ni siquiera para ti. Ya no estás cansada, estás harta. Y sigues pensando que mereces más. Que algo está fallando en España. Que no es normal que gente preparada, inteligente y capacitada tenga que sufrir estas condiciones.

Y piensas que ya está bien. Que ya ha durado bastante la broma. Y te levantas una mañana y dices "hasta aquí hemos llegado. No aguanto más".


No hay comentarios:

Publicar un comentario